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Hola viajero interior, te saludo desde mi ser íntimo. Quiero decirte algunas cosas en medio de tu viaje, cosas agradables y otras no tanto, pero por sobre todo no quiero que sientas que te hablo desde una posición elevada desde donde observo moverse a las personas a través de su existir, y opino qué está bien y que está mal. Yo como tú, transito mi evolución. En qué punto estoy yo respecto a ti, no es bueno que lo sepas, porque generalmente tu ego tenderá a comparar, y déjame decirte algo: aquel que está en lo más bajo de la escala puede llegarte a enseñar tanto o más que aquel que ya se ha convertido en maestro. Yo no vine con la misión de enseñar en esta vida, sino de aprender. Hay muchas cosas que aún debo trascender, y otros que, más por la Gracia Divina que por mérito de esta encarnación que soy, han logrado superarse. Yo quiero darte mi alimento, si es posible contarte las pocas cosas que me ayudaron y me ayudan a seguir pase lo que pase. Si leíste bien la página principal, habrás visto que hace bastante soy guiado por un maestro espiritual que no me permite revelar su identidad, pues cumple con el mandato de no ser reconocido en esta encarnación que cumple. Por eso nos enseña a sólo muy pocos. Muchos se han acercado y muchos se han ido. Han tomado lo que necesitaban un tiempo y luego partieron como debe ser. Mi corazón está con cada uno de mis compañeros de sendero. Pero te hablo a ti, que quizá no cuentas con la dicha de tener a alguien que te guíe, y que aún así buscas sinceramente la Verdad por sobre todas las cosas. A ti que vives en occidente, y que quieres todo ya, y no sabes cómo, y que siempre me preguntarás: "cómo se logra esto de que me hablas?". A ti te daré estas pistas, y como dijo mi amado Señor Ieoshúa de Nazareth: "Si  tienes oídos para oír, oye" :